Capilla San Juan de Dios del Distrito de Melipulli. |
La primera iglesia del actual Puerto Montt fue cosntruida en 1852. Ese año, el Gobernador tuvo una reunión en el antiguo Melipulli
con los habitantes de “Tenglu, Melipulle, Coiguin, Quellaipe y Lenca –y los
habitantes, dice el Gobernador- solicitaron permiso para levantar una nueva
Capilla”.
El territorio de la actual Provincia de Llanquihue
en otro tiempos formó parte de Chiloé, estaba formado por el Curato de
Carelmapu y el de Calbuco. En aquellos años, Curato era casi sinónimo de
Departamento o Partido. Y en 1827, esta zona –que había estado bajo dominio
realista-se empieza reorganizar; para ello se le encargó al diputado de Castro,
don Arturo Pérez, que hiciera una proposición con la nueva organización
territorial.
En esas circunstancias, el diputado propuso
que la estructura se mantuviera igual. Para Carelmapu, que contaba con 1.416
almas, debían conservarse las capillas de Maullín y Carelmapu. Y para el Curato
de Calbuco, con 5.335 almas, a cuyo territorio pertenecía toda la costa del
norte del Seno del Reloncaví, propuso que se mantuvieran las 15 capillas de
tiempo de los españoles.
¿Cuáles eran esas 15 capillas?
No lo sabemos con total certeza y por lo tanto tampoco podemos saber,
si ya el territorio del actual Puerto Montt estaba habitado o no. Y es posible
que no lo estuviera porque una década antes, a raíz de la guerra, todos los
lugareños que vivían en lugares distantes fueron concentrados en los poblados
principales para organizar la defensa de Chiloé, de esa manera muchas caletas
quedaron deshabitadas y recién ahora –en 1827- empezaban a repoblarse. Este
hecho constituye un punto esencial en la Historia de la zona porque ayuda a comprender
la posterior evolución de los acontecimientos que se desarrollarán en la
Provincia de Llanquihue: La costa cercana a Calbuco y las caletas del Seno de
Reloncaví estaban en pleno proceso de repoblamiento.
La Misión Circular
Desde tiempos lejanos, el trabajo de la iglesia en
los lugares distantes de Castro se hacía mediante la visita anual de dos o tres
sacerdotes. Estas visitas eran verdaderas giras a las cuales se les llamaba
Misión Circular. Esa Misión salía de Castro y en su largo recorrido que duraba
varios meses, alcanzaba desde las islas hasta la tierra firme del Curato de
Calbuco. En la “Descripción Historial de la Provincia y Archipiélago de
Chiloé”, fray Pedro González de Agueros consignó, en 1791, que el Curato de
Calbuco tenía trece pueblos -en aquellos tiempos se decía, indistintamente,
“pueblos” o “capillas”- entre ellos se cuenta la Isla Huar y Chayagué en
tierra firme.
La costa norte del Seno de Reloncaví aún estaba
deshabitada desde el gran alzamiento mapuche que arrasó con todas las ciudades
al sur del Bio Bío, con excepción de Castro –Ancud todavía no existía-, y
transformó las orillas del Seno de Reloncaví en una zona de frontera insegura
para ser habitada.
Y en 1850 –faltando tres años para que se funde
Puerto Montt- el listado de capillas pertenecientes a Calbuco, alcanzan a la
cantidad de once, entre ellas figuran la de Huar y una capilla en Chayagué y
otra en Ilque. Esto indica claramente que se está produciendo un repoblamiento
en la tierra firme. Y algo que la historiografía local hasta hoy no ha dado
cuenta: En la bahía del actual Puerto Montt también existía una capilla en
aquel tiempo, se encontraba en Tenglo, según el “Informe sobre la visita a
Chiloé presentado por el Rvdo Obispo de Ancud” el 13 de marzo de ese año.
La capilla.
La primera iglesia del actual Puerto Montt empezó a construirse en 1852. Ese año, el Gobernador tuvo una reunión en el antiguo Melipulli con los habitantes de “Tenglu, Melipulle, Coiguin, Quellaipe y Lenca, y los habitantes -dice el Gobernador- solicitaron permiso para levantar una nueva Capilla”. El Gobernador da su aprobación y cuando los constructores estaban en plena faena, aparece por el lugar el sacerdote Guillermo Guillermi y ordena suspender la construcción. Entonces se produce un conflicto del cual el Gobernador informa a su superior: “…ahora el padre Cura ha mandado según me han dado parte los Inspectores de dichos distritos, suspender dicho trabajo…”, dice en parte de su escrito.
El problema se soluciona rápidamente con la
intervención del Obispo y del Intendente y en medio de mucho entusiasmo se
prosigue la construcción de la capilla.
Cuando llegan los colonos alemanes y se funda
Puerto Montt, la iglesia ya estaba levantada. Pérez Rosales no la menciona en
su informe sobre Puerto Montt, pero los actos religiosos empezaron a hacerse en
ese templo, salvo la misa de la fundación del nuevo pueblo, que se hizo al aire libre.
A comienzos de 1854 la Intendencia pide al Obispo
de Ancud que envíe un sacerdote de forma permanente a esta iglesia, para
atender a “un número considerable de almas”, que carecen “de los sacramentos de
nuestra religión”.
La capilla, en realidad, no tenía las comodidades
necesaria, por lo que fue necesario hacer varios arreglos. En septiembre de ese
año se retiraron “500 pesos de la Tesorería de Ancud para continuar los
trabajos de la iglesia”, cuenta el Padre José Harter en sus “Anotaciones y
Apuntes Históricos”. Y al año siguiente, el carpintero Doggenweiler construyó
dos pequeñas torres que mejoraron notablemente la imagen del templo. Esto
último ha dado pié para que algunos historiadores afirmen, equivocadamente, que
fue el carpintero alemán quien construyó el templo.
El mismo padre Harter cuenta que en reparaciones se
invirtieron “por lo menos $ 3.500 pesos”, una suma considerable, si se piensa
que antes de 1853 todo el trabajo de construcción lo habían realizado los
lugareños, donando la madera y sin recibir ningún aporte del estado.
Al delinearse las calles de Puerto Montt, la
iglesia –construida enteramente en madera de Alerce- quedó a orillas de calle
Egaña, en la primera cuadra. En 1856 el Padre Antonio Barrientos se hizo cargo
de ella, por ese entonces Puerto Montt había sido elevado a la condición de
Curato. Pero antes que ello ocurriera, como se ha dicho, la capilla seguía
perteneciendo al Curato de Calbuco y era atendida desde ese lugar por el padre Vicente Salazar. Este sacerdote tenía que hacer el viaje en bote para llevar a
cabo los actos religiosos en Puerto Montt y para costear dicho viaje recibía
una subvención de 25 pesos, según nos cuenta el Padre José Harter. Para la
Pascua del año 1855, el cura Salazar se hizo presente y ofició una misa que
congregó a una gran cantidad de fieles chilenos y alemanes en el naciente
Puerto Montt.
La iglesia San Juan de Dios había pasado a ser el
edificio más importante para los católicos del pueblo, se transformó en el
principal punto de encuentro para la población, hasta que un incendio la
consumió en 1865. Así terminaba el primer edificio de uso colectivo levantado
en el antiguo Melipulli, en sus 12 años de existencia había pasado a ser el centro donde se reunían los habitantes del pueblo.